Los “negros del ataúd” ofrecen desde Ghana sus servicios para México #QuédateEnCasa

Un niño en África carga en sus hombros un ataúd con el cuerpo de su padre. Es 1996 y el sol se desangra sobre la Costa de Oro. El cuerpo de la criatura no está listo para soportar ese peso, pero Benjamín de ocho años resiste y lo hace con una sonrisa.

Tras él, viene su familia. Hay hombres con smokings de telas caras y mujeres con maquillaje formal, peinados altos y vestidos largos de colores estridentes que resisten el terregal del camino. Todos cantan y parece por un segundo, que la alegría de la muchedumbre logra sosegar los aullidos de los jaguares y leones. Los felinos ya se acostumbraron a compartir este pedazo del Mundo donde la muerte es sinónimo de fiesta. Hace 24 años de esta escena y cuando Benjamín la narra, dice: “I love my dad” (Yo amo a mi papá). Lo conjuga en presente, porque ni los años ni la reciente fama mundial, borran lo que es: un niño honrando a su cultura, a su familia… a su padre.

La muerte es fría y traviesa. No por nada, Benjamín nació un 2 de noviembre de 1988 -día de muertos en México- y ahora es conocido como el líder de los “Dioses de la Muerte”. Su rostro ha tapizado desde este abril YouTube, Facebook y Tik Tok en clips de vídeos donde aparece junto a los trabajadores de su compañía de “cargadores de ataúdes”, una profesión común y muy respetable en Ghana.

Benjamín Aidoo saltó a la fama por un meme. Los vídeos compartidos en todo el planeta parten de un instante de estupidez humana (tan universal como la muerte misma), es decir alguien haciendo algo que se sabe de antemano que terminará mal. En la galería entran desde caídas o accidentes que empiezan con un tema musical ligero, y entonces: cambio de cuadro.

La cámara hace un barrido de cuatro africanos con trajes que incluyen pedrería y colores vivos. Suena más fuerte la canción “Astronomía”, de los compositores Vicetone y Tony Igy. Están en fila con gran porte y en silencio. Siguiente escena: la tragedia es ineludible, el protagonista del vídeo parece que se esfuerza para que todo vaya peor. Última escena: los mismos cuatro africanos bailando con pañuelos. Se entiende que la persona falleció y en un giro cruel, quien lo recibe suelta la carcajada.

Desde Corea del Sur hasta Argentina alguien ha modificado el vídeo a sus propios errores, lo ha compartido y nos ha devuelto… aunque sea de manera momentánea, la capacidad de reír incluso en medio del dolor de una enfermedad, también viral, también global.

El vuelo de México a Ghana duraría dos días con todo y escalas. Las fronteras están cerradas, como las puertas, las escuelas y en ambos países, cada quien reinventa cómo seguir adelante con la sana distancia. Así que la búsqueda de Benjamín y su compañía Nana Otafrija Pallbearing & Waiting Services sería impensable sin tecnología.

Todo fue una aventura virtual donde puse en juego todo lo aprendido en 15 años de periodismo convencional y otro tanto de mis habilidades de stalkear a mis ex y a los ex de mis amigas. Soy mejor que el FBI y esto sólo demuestra que mi encierro es peligroso. Es broma. El crédito se lo lleva Steven Nana, un productor de Phan African Television que movió cielo, mar y tierra desde su cuarentena para finalmente enviarme, aún sin conocerme, el preciado número de Benjamín. Steven enfermó de Malaria a los pocos días. Pero, me comenta que ya se recuperó. Gracias, Steven.

Steven me refirió con el mánager de Benjamín: el nigeriano John Telewa, quien como dato curioso se refiere a sí mismo como Kiss Bandit (Bandido de Besos), y asegura el diario The Nairobian que ha besado aproximadamente a 3,995 mujeres. Pura celebridad.

Después de platicar con, John Telewa, por fin estamos en una teleconferencia. Álex Guzmán coordina todo desde su hogar y por un momento, no existen las distancias ni el tiempo. Veo el rostro del Dios de la Muerte en la penumbra de su hogar -en Ghana son las 5 de la tarde y en Saltillo las once de la mañana- yo paso saliva. Con un inglés equiparable al de Enrique Peña Nieto, comienzo la entrevista ¿Qué se le pregunta al Dios de la Muerte?

Benjamín activa su cámara. Desde la penumbra nos saluda, puntual con una sonrisa. El internet está algo lento y no ayudan los cientos de mensajes que recibe. Es la primera vez que platico con alguien tan globalmente famoso y Benjamín lo hace todo más sencillo. Estará harto quizá, pues lleva un mes dando entrevistas y respondiendo llamadas. No quiero hacer enojar al Dios de la Muerte, nadie quiere.

Dice que se contarían por miles los funerales donde ha participado, pero la cifra exacta es incontable, pues empezó en 2004. Su empresa ha prosperado tanto que ya tiene la capacidad de contratar más empleados, y con ellos realizan servicios fúnebres cada semana. A veces hasta 6 funerales por fin de semana, han llegado a dar hasta once en un solo día. El costo de cada uno ronda los cinco mil pesos.

«Me hice viral, en un país pequeño como Ghana. Creo que el vídeo está ayudando a la gente a permanecer en el interior debido a este tiempo actual, así que estoy muy agradecido y estoy feliz»: Benjamín.

¿Qué se siente ser viral? ¿Cómo llevas la fama? “Me siento muy bien. Me siento genial. Estoy feliz por ello. Me hice viral, en un país pequeño como Ghana. Creo que el vídeo está ayudando a la gente a permanecer en el interior debido a este tiempo actual, así que estoy muy agradecido y estoy feliz”.

Días después de esta entrevista, Benjamín y sus empleados hicieron un vídeo de reconocimiento al personal sanitario, donde aplauden y agradecen el esfuerzo que representa estar peleando por la vida: “Stay at home or dance with us”. En la entrevista, lo convenzo de que diga en español “Quédate en casa o baila conmigo”, con cariño para sus fans en México.

De hecho, Benjamín quería ser doctor cuando era niño. Su familia hizo un esfuerzo para que estudiara en un colegio privado. Al morir su padre, todo cambió. “Ya sabes, los niños quieren más a su papá y las niñas más a su mamá. Yo amo mucho a mi papá. Cuando papá falleció tuve que ingresar a una escuela de gobierno. Estudiar se volvió más difícil, sabes, porque tenía problemas para conseguir clases extras o tener panfletos para leer. Esto me afectó. Mi mamá me dio todo lo que mi papá hubiera querido, así que fuera de eso estoy bien.

“Science is cool” (La ciencia es chida), dice Benjamín con orgullo, pues aunque tuvo que desviar un poco su camino de la práctica médica, se convirtió en un embalsamador. Fue a una escuela donde se certificó y después empezó a trabajar en una funeraria. Está orgulloso de su título. “Siempre me repito a mí mismo, no fui afortunado para ser un doctor, pero soy un embalsamador y… bueno, todos estamos en la industria”.

La muerte lo seguía seduciendo entonces. Y es que sí. Ella le echó el ojo desde que nació un día de muertos de 1988. Quizá un pétalo de cempasúchil fue a dar a África y desde ahí, su destino estaba claro. Cuando enterraron a su padre, ya se documentaba la existencia de estos funerales alegres y extravagantes de Ghana.

El Washington Post narra que cuando Jimmy Carter -ex presidente de Estados Unidos- visitó esta ciudad, se llevó como “souvenir” tres ataúdes: uno de águila, de pez y otro en forma de un chile morrón. ¿Los conservará?.

Si de por sí, en Ghana morir es sinónimo de alegría y las familias incluso se endeudan para hacer la fiesta del año en honor al difunto: ¿qué hizo diferente este embalsamador para conquistar la fama mundial?

Él se atribuye haber incluido las coreografías y vestimenta por las que se hizo viral esta tradición. Durante su trabajo en la casa mortuoria se dio cuenta de que “siempre debemos celebrar la muerte más que llorarla”. Esta filosofía frente a los finales terminó por abrirle las puertas. Cuando terminó de estudiar y empezó a vivir por su cuenta, se quedó sin empleo. El país atravesaba un momento difícil y había pocas ofertas laborales. Benjamín se rehusó a quedarse inmóvil e ideó la compañía que cambiaría su vida y la industria de la muerte en todo el mundo. El niño que cargó a su padre muerto, ahora nos enseña a replantearnos la muerte.

Cuando Benjamín piensa en México, lo primero que le viene a la mente son las telenovelas. Sí, señor. Sabe de memoria los horarios y, añade que las observa con su mamá. Así empezamos todos en la adicción al melodrama. Un día te ríes por escenas como la de maldita lisiada y terminas buscando el amor imposible, como cualquier muchacha pobre que interpretó Thalía. Todos somos Esperancita, que cree que terminó de limpiar… pero nos faltó acá. Y esa es la noción que tiene Benjamín de nosotros.

Después de algunos minutos y compartir nuestro top de novelas, a pesar de la distancia, pareciera que somos viejos conocidos. Reporteros de otras latitudes se sorprenden cuando Benjamín se toma la muerte con una sonrisa. Mijos, imagínense una que viene de un país donde se escriben calaveras, se ponen altares de muertos, se comen calaveritas de azúcar, engullimos pan con forma de huesos, se lleva mariachi a los funerales y la gente sigue saliendo a cosas no esenciales “porque de algo se va a morir”.

Vivo en un país donde leí que alguien fue a limpiar la tumba de su tío y al llegar encontraron a otro pariente ebrio llorando en la fosa. Así las cosas, entonces Benjamín y yo hablábamos el mismo idioma.

México y Ghana tienen mucho en común. Lo bueno, lo malo y lo feo. Recién se publicó un reportaje sobre el tráfico de personas, en su mayoría infantes. En ambos países, por más pastel o pizza que se reparta el día del niño, siguen siendo moneda de cambio para gente sin escrúpulos. Allá hay trabajos forzados, acá corrupción de menores y otros infiernos. También le cuento de los feminicidios y no puede creerlo. Allá pasa un fenómeno opuesto: las mujeres están cada vez más violentando a los hombres. Días antes de la entrevista una mujer incendió a su pareja en su auto en Ghana. Aquí asesinaron a tres enfermeras en Torreón. La violencia de género no sabe de cuarentena.

Le cuento a Benjamín -en inglés mocho- las similitudes de nuestra sociedad. Decía Octavio Paz que para los mexicanos “las fiestas son nuestro único lujo” y que, además “durante esos días el silencioso mexicano silba, grita, canta, arroja petardos, descarga su pistola en el aire. Descarga su alma”. Por eso acá hay escenas de funerales similares, obvio sin los mismos rituales, pero con una fuerte carga simbólica.

“Nuestras canciones, refranes, fiestas y reflexiones populares manifiestan de una manera inequívoca que la muerte no nos asusta porque «la vida nos ha curado de espantos», reza Paz. Tanto México como Ghana han sido golpeados por el coronavirus, pero no -todavía, ojalá nunca- con las proporciones de Estados Unidos o Italia.

Según un reporte de la OMS, África sí es la región del mundo con menos casos confirmados por COVID-19. De acuerdo con un análisis de la AFP, el nuevo coronavirus llegó tarde a África y, a diferencia de Europa y América, sus países se dieron prisa para cerrar las fronteras y prohibir los encuentros masivos. Otros especialistas lo atribuyen a la juventud de su población y a que experiencias previas con la Malaria o el Ébola ayudaran a la población del continente a tomar medidas individuales rigurosas.

En América Latina no ha servido de mucho estar “curados de espanto”, pues en Brasil o Estados Unidos los casos han presentado crecimiento exponencial; en México se ha podido contener, según las autoridades, la cifra de casos conforme a lo esperado desde Enero.

La muerte le susurró a Benjamín que ella no es más que un nuevo principio. Por eso, cuando hablamos del desempleo, se le ocurre una idea: Dice que está dispuesto a enseñarle a los mexicanos que quieran adaptar su iniciativa de baile, cómo ofrecer estos servicios extravagantes. “Creo que lo que me ha enseñado esta danza con la muerte es que lo hacemos porque la amamos. Además, claro hay días que necesitamos el dinero. A nuestros clientes les damos lo que quieran: la solemnidad o la alegría de su vida. Puedes elegir la que te guste. Si en México tienen esta cultura de fiesta por la muerte, necesitamos fortalecerlo, levantar esta idea de que lo que hacemos está bien. Hay que celebrar que la persona vino a la Tierra. Esta tradición llegó para quedarse en Ghana, porque el 90% de la gente lo disfruta”.

Por ahora, “Quiero que nos vean en los vídeos de risa y se asusten, que permanezcan en casa. Pero sepan que cuando esto pase vamos a llevarles estos bailes para que conozcan nuestras tradiciones como país”.

Hay esperanza y continúa: “Cuando esto termine, sabremos que habrá un alto índice de desempleo. Yo les digo a los mexicanos: hagan estos bailes, yo creé este trabajo para que mucha gente tuviera una forma de ganar dinero y honrar a los muertos. Esta iniciativa, la pueden profesionalizar en México. Así, la gente tendría trabajo, no se quedaría paralizada su economía. Porque al trabajar con esta iniciativa, adaptándola a su gusto y país, puede ayudar a sus finanzas”.

Al platicar con su manager, John Telewa, de cómo han sobrellevado gastos y qué planean hacer a futuro, me comenta que lo más difícil de ser viral es que se pierde la identidad de la persona, e incluso se hace uso de su imagen sin pensar en derechos de autor. Ahora su propuesta es que las agencias de marketing del mundo se acerquen con ideas para playeras o espectaculares y por 200 dólares, puedan ceder derechos de su imagen. Ellos, como extra, se comprometen a darle publicidad en sus redes sociales. También ofrecen servicio de saludos personalizados. Así que si quiere hacer una broma o conoce a algún fan de Benjamín. Siéntase libre de escribirle.

Así que si usted llegó hasta este punto de la entrevista, sabe tres cosas más: a todos nos va a tocar, puede hacer negocios con los Dioses de la Muerte y tercera, sólo el que carga el cajón, sabe lo que pesa el muerto y por eso cada quién tiene derecho a llorarle como se le de su “Ghana”.

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